Entorno
a la temática de los juegos de la niñez que hemos tenido la oportunidad de
abordar de manera teórica como estudiantes de psicopedagogía nos hemos
preguntado acerca de las implicancias del juego en la cultura: ¿cómo influyen
los juegos en la configuración de lo social? ¿Existe una variación de juegos de
acuerdo a la cultura que observemos? Incluso una variación del típico “huevo o
gallina”: ¿qué estuvo antes, la cultura o el juego? Es evidente que podríamos
seguir incursionando acerca del vínculo juego-cultura y formular muchos
interrogantes que despuntarían interesantes proyectos de investigación. Pero a
los efectos de este breve ensayo no buscamos ahondar en especificaciones ni
grandes aseveraciones sino más bien reflexionar de modo general en las
relaciones del juego y la cultura.
Para
comenzar, creemos oportuno precisar a qué nos referimos cuando hablamos de juego y de cultura. Entre las muchas definiciones de juego que podemos
encontrar en cantidad de textos académicos así como también en artículos y
sitios web, decidimos optar por exponer aquí el concepto de Johan Huizinga, el
cual consideramos más concreto y completo: “El juego es “una acción u ocupación
libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales
determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente
aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un
sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de “ser de otro modo” que
en la vida corriente.” (1939)
Entendemos
que el juego es importante en la niñez porque inculca valores, modelos de
interacciones con otras personas, influye en la formación del carácter en el
niño y en su posición respecto a una sociedad. Los juegos tienen principio y
fin y espacios determinados: el pequeño sabe que cuando triunfa un ganador el
juego termina y que para constituirse en ese ganador debe amoldar sus acciones
a las reglas colectivas.
Si
para juegos encontramos gran diversidad de definiciones, el concepto de cultura
implica un abanico aún más grande de concepciones. Sin adentrarnos en las
diferentes disciplinas que han contemplado la cultura desde una posición
académica, queremos acercar una idea del novelista Wiliam Somerset Maughau que
nos permite reflexionar acerca de la cultura como aquello que atraviesa y es
atravesado por el ser humano: “Hombres y mujeres no son solamente ellos mismos;
ellos son también la región donde nacen, el departamento de la ciudad o la
granja donde aprenden a caminar, las bromas de la niñez, las historias que
escucharon, las comidas que comieron, las escuelas que frecuentaron, los poemas
que leyeron y el Dios en el que creen.” (1995)
A
la luz de este esbozo de conceptos, rápidamente podemos intuir el fuerte
vínculo que establecen los juegos y la cultura, en tanto que el primero le
permite al niño investigar, conocer, descubrir el mundo que lo rodea y entrar
en ese mundo de una manera natural; simultáneamente podemos entender que la
cultura es la que propicia al niño los modelos de interacción con otros, las
nociones de tiempo y límites, y lo que es esperable de él para poder insertarse
en la misma. Al respecto, Roger Callois afirma que “el juego es consustancial a
la cultura (1958)”, en otras palabras no podríamos imaginar una cultura sin
juegos que propician la actuación de los individuos en ella, ni juegos que no
estén de la misma forma condicionados por la cultura.Así el niño que al escuchar
la música se detiene y ve decepcionado que no ha quedado una sola silla
desocupada acepta sin más que las reglas de que ha perdido y debe retirarse del
juego, vemos como este pequeño ha podido incorporar mediante esta actividad el
comportamiento de respeto necesario para su vida en sociedad.
Es
interesante notar que a través de diferentes culturas hay juegos cuyos núcleos
son muy similares lo cual puede denominarse el espíritu del juego, realidad
intacta e inalterable que es transmitida en
cada una de las formas jugadas, independientemente de reglas, lenguas o
registro social.
Entre
algunos juegos que son parte de nuestra cultura los cuales hasta hoy en día
algunos con más presencia que otros se hallan presente son:
Martín
Pescador: Este juego forma parte del folclore argentino,
influido en gran parte por las tradiciones españolas. Precisamente en España este
juego es conocido como 'Pase misí, pase misá', un pasatiempo que ha
ido quedando en desuso pero que todavía hay niños que juegan, sobre todo, en el
recreo escolar. Su forma de jugar es muy sencilla: dos niños se situán uno
frente al otro formando un arco con sus brazos. Uno de ellos deberá ser Ángel y
el otro Diablo. El resto formará una fila y tendrá que cruzar mientras recitan
una canción. Al término de esta, el niño que quede entre los brazos del Ángel y
el Diablo deberá elegir con quién quedarse para formar equipo. Cuando todos los
niños hayan sido capturados, los dos bandos tiraran de una cuerda para decir
quién será el ganador.
El
tira y afloja: es uno de los juegos infantiles más
divertidos. Sus reglas son muy sencillas y con sólo tres personas es suficiente
para poder jugarlo. Uno de ellos deberá situarse en el centro, mientras que los
otros dos deberán coger una cuerda, uno de cada extremo. El del centro cantará
la siguiente canción: 'Al tira y afloja perdí mi dedal; cuando yo diga TIRA
tienes que tirar... (Los chicos deben tirar del extremo de la soga) Cuando yo
diga AFLOJA tienes que aflojar... (Los chicos aflojan la tensión de la cuerda)'
Si uno de los dos falla deberá elegir entre 'prenda' y 'penitencia', teniendo
que soltar una prenda suya o realizar alguna prueba mandada por el resto. Para
que sea mucho más divertido, el del centro tendrá que ir aumentando el ritmo al
recitar la canción.
La
gallinita ciega: Raro es el sitio en el que no se juega
a 'La gallinita
ciega', y es que este tipo de pasatiempo tiene una gran
popularidad en diferentes partes del mundo, aunque en algunas cambie de nombre.
Para jugar a este juego se necesitan un mínimo de cuatro personas y una prenda
de textil pequeño que normalmente suele ser un pañuelo.
A
continuación, los participantes sortean para ver quien comienza a ligar, el
cual tendrá que taparse los ojos con la prenda y dar vueltas sobre sí mismo
cantando la siguiente canción: 'Gallinita ciega, ¿qué has perdido? Una aguja y
un dedal en la Cuesta del Totoral. ¿Qué estás haciendo? Jugando con los
negritos. ¿Qué carne quieres comer? ¿Carne de gente, o carne de gallina? Carne
de gente. Bueno, date una vuelta y échate a buscar'. Cuando termine la canción
la gallinita tendrá que intentar pillar al resto de niños sin quitarse la venda
de los ojos.
Estos
y muchos más son los que se transmiten de generación en generación, una manera
de ser y hacer cultura forjando con la misma su identidad como sujeto siendo
parte de esta, transmitiendo con juegos valores, costumbres, tradiciones.
También
podemos concluir que el juego es fuente de aprendizaje porque estimula la
acción, la reflexión y la expresión. Los niños aprenden jugando, es decir,
investigan y descubren el mundo que les rodea, estructurándolo y
comprendiéndolo.
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