martes, 20 de septiembre de 2016

Juegos y Cultura por María Emilia Boggero y Guadalupe Galoppe

INTRODUCCIÓN

En este mundo tan evolucionado, donde los tiempos ya no son los mismos de antes, es necesario prestar atención a los niños, que se encuentran inmersos entre los adultos que sólo centran la mayor parte de sus intereses en cumplir con todas las actividades diarias.
Entonces podríamos ponernos a pensar… ¿Actualmente, los padres tienen tiempo para jugar con sus hijos? ¿Cuán importante es su presencia en el desarrollo del juego con los mismos? ¿El contexto influye en el modo de jugar de los niños de hoy?
Creemos que en el lazo afectivo en las familias es de suma importancia para su desarrollo, dado que es el primer contacto social que conoce el niño a lo largo de su vida. En el momento en que el niño juega con sus padres, éste se siente atendido y que le están demostrando el cariño o afecto que tienen con él. Por lo tanto, el niño disfruta esos momentos de atención mientras juegan juntos, tanto con su padre como con su madre, creando así un ambiente familiar propicio para el bienestar de su hijo.
Además, también es una forma en que los padres pueden guiar al niño, hacer que demuestre su potencial en determinados juegos, apropiados para ellos, de modo que nos interesa conocer la importancia de la interacción que existe entre padres e hijos al momento de jugar, ya que favorece al crecimiento integral de los mismos. A los padres por estos motivos se los califica como mediadores entre el niño y el juego.
Acabamos de plantear como el ámbito familiar influye positivamente en el desarrollo del juego en el niño, de manera afectiva y estimulante. De modo que a continuación, expondremos un breve ensayo a partir de cómo es actualmente esta relación, presentando algunas de las problemáticas actuales y algunas surgidas a partir del gran avance de la tecnología en los últimos tiempos.

EL DESARROLLO DEL JUEGO EN LOS NIÑOS DE HOY

Por medio del juego, los niños consolidan los dominios del desarrollo, donde se estimulan los sentidos, se ejercitan sus músculos, coordinan la visión con el movimiento, obtienen dominio de su cuerpo, interaccionan con su entorno, dimensionan el espacio, experimentan nuevas actividades, logran habilidades, manipulan objetos, actúan según sus intereses, entre otros aspectos que proporciona el jugar tanto consigo mismos como con sus padres, hermanos, tíos, niñeras, etc.
Juegos de niños, de Pieter Brueghel (1560)
Pero las cosas han ido cambiando. Antes, el poder tener un juego o juguete era una posibilidad que no todos tenían y para los que no la tenían, no era un impedimento para no jugar, porque se las ingeniaban con los juegos típicos de su época. Luego, los niños preferían tener solo un juguete, pero que tuviera un gran significado para ellos y lo cuidaban por mucho tiempo. En cambio, los niños de hoy en día, ya no tienen solo un juguete que sea su favorito, sino que sus preferencias van de la mano con los últimos modelos de juegos que se ven en el mercado, los que “están a la moda”. Una de las mayores influencias para que esto suceda son los anuncios publicitarios expuestos en los canales de televisión, donde el niño al ver la propaganda, ésta llama su atención y desea automáticamente poseerlo; o también el anhelo de los juguetes surge de los celos de que sus pares los tengan y ellos no.
En relación a las tecnologías que se utilizan en la actualidad, muchos padres consideran que el exponer a los niños a pequeños a videos de enriquecimiento y a juguetes con orientación académica favorecerá el futuro aprendizaje de ellos a lo largo del periodo escolar. Esas actividades pueden ser, o no, valiosas por sí mismas, pero no lo serán si interfieren con el juego dirigido por el niño (Ginsburg, 2007). De modo que, si los adultos interrumpen con las intenciones y objetivos de sus juegos, presentando esos modelos interactivos, no dejarán que ellos mismos puedan experimentar, aprender y poner en juego su imaginación en sus actividades lúdicas.
Otros padres consideran que el “jugar por jugar es una pérdida de tiempo”; esto se debe a que para ellos no hay contenidos en los mismos que favorezcan al desarrollo de las facultades intelectuales de los niños, pero ésta es una concepción errónea dado que en el juego se puede encontrar una evolución en cuanto a destrezas y a construcciones de ideas propias del sujeto en acción. Por lo tanto, es necesario

que los niños tengan mucho tiempo de juego exploratorio libre, para que se desenvuelvan en el medio según sus intereses y preferencias en el espacio de juego.
         Hay que considerar que el juego es uno de los factores que más influyen en el desarrollo de los niños, por lo cual desde el nacimiento y durante los tres primeros años de vida es preciso que el adulto esté presente; dado que a partir de la exploración de su propio cuerpo con el otro, los pequeños obtendrán mayor información del mundo que los rodea, así serán capaces de entender y explorar la relación causa-efecto desde muy chicos, ya pudiendo descubrir cómo su cuerpo y sus acciones modifican el entorno en el que están.              
            Además, el juego puede hacer varias aportaciones en el desarrollo del niño, tanto al desarrollo cognitivo, que le permite comprender su entorno y crear su propio pensamiento; al desarrollo social, manifestado en los juegos grupales, donde existe una continua interacción con el otro, distintas formas de comunicación con los mismos y, a medida que los chicos van creciendo el juego se convierte más interactivo y cooperativo; al desarrollo emocional, en el cual el niño representa un personaje implicando sus propios sentimientos y emociones, logrando con el juego un equilibrio emocional y un estado placentero; como así también aportando al desarrollo motor; ya que constituye la fuerza impulsora para que realice la acción y llegue al objetivo deseado.
En cuanto a los distintos niveles cognitivos del juego, los niños empiezan por el juego funcional (práctica repetida de los movimientos de los músculos largos), siguiendo por el juego constructivo (realizar con objetos la construcción de algo), y luego realizar el juego dramático (requiere acciones, objetos o papeles imaginarios: función simbólica), que este último disminuirá cuando los niños ingresen a la institución escolar y aumenten su participación en los juegos formales con reglas.
            Estos niños, además de adquirir esas cualidades y habilidades, irán experimentando, a lo largo de sus vidas, variados tipos de juego que aportarán distintas formas de experiencia personal y social, y que a la vez, favorecerán al crecimiento integral del niño, en el cual el contexto actuará como factor fundamental para el desenvolvimiento de los sujetos. El mismo también estará limitado por cuestiones relacionadas a la diferencia de género, en cuanto a experiencias sociales, ya que las niñas prefieren juegos muchos más tranquilos, que no influyen tanta destreza física, de simulación, simbólicos, con estilos de juegos maternales y actividades estructuradas y supervisadas por un adulto; mientras que los niños tienen una tendencia a realizar mayor actividad y agresividad física en sus estilos de juego, jugando de manera espontánea e involucrándose en juegos exploratorios.
Dado que, por lo general, las niñas interpretan roles domésticos y la conformación de una familia y, sucede todo lo contrario con los niños ya que sus juegos de simulación implican peligro, roles competitivos y dominantes, donde su juego es más estereotipado que en el juego de las niñas; por lo tanto, en los grupos mixtos suelen realizarse actividades masculinas tradicionales. Estas preferencias en los niños y niñas con una marcada diferencia, recibe el nombre de segregación por género.
Dentro de los factores que pueden influir en el juego se encuentran los valores culturales y las diferentes costumbres de actividades que tiene la sociedad. Los valores culturales afectan los ambientes de juego que los adultos establecen para los niños y, a su vez, estos ambientes afectan la frecuencia de formas específicas de juego en las diferentes culturas (Bodrova y Leong, 1998).
Al existir millones de diferentes culturas en el mundo, también hay muchas creencias acerca de qué manera puede influir el juego en el desarrollo de los chicos y sus progresos en el ámbito social. Por lo que algunos se pueden dedicar a fomentar el juego de manera más social, donde el niño conozca todas las posibilidades que el medio le ofrece; otros pueden tener una mirada un poco más competitiva acerca del juego infantil, lo que produce una reacción un tanto más negativa en los chicos; y en otros lugares pueden preferir un poco más el juego solitario.
Podemos pensar que al ser de diferentes culturas, el pensamiento y la manera de pensar acerca de las actividades lúdicas, también va a variar sobre si es necesaria la participación y la presencia de los padres, pero así mismo estas decisiones también tendrán que ver con la ideología personal de cada familia, sus posibilidades, y sus proyectos de vida.  

 CONCLUSIÓN

Para concluir con este breve ensayo, podemos hacer varias consideraciones tales como que el juego fue evolucionando con el paso del tiempo, como así también la manera en que las nuevas tecnologías y juguetes modificaron los intereses de los niños, relacionándose al mismo tiempo con el contexto social en el que están inmersos. Además, sus padres ya no dedican parte de su día a tener un espacio de juego con ellos, sino que piensan que es una pérdida de tiempo por el hecho de que no aportan al desarrollo intelectual de sus hijos, o quizás, al estar en una sociedad tan acelerada y con diversos compromisos, se les hace imposible estar en sus hogares, o simplemente les dan objetos para que se entretengan.
El rol de los padres es fundamental en el desarrollo del juego en la niñez, dado que es necesario que guíe a sus hijos, que le posibilite generar nuevas habilidades, que se desenvuelvan en el medio y demostrarles sus capacidades para que construyan su propio camino en su crecimiento integral.
Como ya mencionamos anteriormente, el juego aporta a diferentes aspectos que favorecen a la evolución del niño, en el contexto social en que se encuentra, donde el desarrollo cognitivo, social, emocional y motor, ya que permiten relacionarse con otros, con ellos mismos y con la sociedad, en la que influyen las diferentes culturas, las diferencias de género y crianza.

Por lo tanto, todas estas cuestiones permiten responder a nuestra situación problemática inicial, ya que actualmente podemos ver que, en un mundo tan colmado de tecnologías y trabajos exigentes, los padres ya no tienen tiempo para lograr un espacio de juego con sus hijos; siendo esto fundamental en el desarrollo de los mismos, y necesaria la presencia de ellos en sus hogares. Al mismo tiempo, pudimos describir algunas influencias que provoca el entorno en cuanto a limitaciones y ventajas que le proporciona al niño; y también las distintas aportaciones favorecedoras en las que el juego contribuye al crecimiento y a la  formación integral  de ellos, pasando por una serie de constantes progresos comenzando en su niñez y continuando a lo largo de su vida. 

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