Introducción
Decir
juego es decir niño, infancia, recreación, alegría, desarrollo de la capacidad
de imaginar. En tiempos donde la tecnología ha invadido los espacios de la infancia
destinados a la actividad lúdica, cabe
preguntarnos si la computadora, los celulares, la Play Station pueden
reemplazar aquellos juegos a los que tradicionalmente estábamos acostumbrados y
que han sido símbolos del desarrollo cognitivo y social de los niños.
Desarrollo
Es
indudable que los avances tecnológicos han generado una revolución social y que
impactan directamente en las familias y en los niños. No se quiere decir con
esto que las tecnologías sean malas compañías ni que dificulten los
aprendizajes, muy por el contrario, su uso adecuado conlleva una serie de
destrezas y habilidades que los niños son capaces de desarrollar a ritmos
agigantados y con excelentes resultados.
Pero,
así como todo lo nuevo no es lo mejor, tampoco todo lo anterior fue lo peor.
Según
Piaget el pensamiento egocéntrico puro
se presenta en esa especie de juego que cabe llamar “juego simbólico”.
Haciendo
uso de la representación adquirida entre los dos y los siete años, el niño
transforma la realidad en un juego “como si”, proyectando sus deseos y
necesidades sobre los objetos para que cumplan los propósitos y funciones que
el niño requiere.
A través
de este juego simbólico va adquiriendo imágenes acerca de la realidad y ensaya futuras conductas y
comportamientos. Más tarde vendrán los juegos en grupo, con reglas y normas que
lo llevarán a desarrollar actitudes competitivas pero en función del otro.
Por
lo antes expuesto, los juegos tecnológicos limitan estos comportamientos
sociales y los envuelven cada vez más en el placer individual y en una
competencia del yo contra yo.
No
menos importante es la consideración de los juegos al aire libre, en compañía
de pares y adultos mayores, generando esparcimiento y vínculos afectivos. El
juego influye directamente sobre la inteligencia emocional de los niños,
controlando sus emociones y reconociendo las emociones del otro.
Y
así, podrían mencionarse cantidad de efectos satisfactorios que resultan del
juego: creatividad, comunicación, alegría, satisfacción, respeto, hábitos, empatía, aprendizajes,etc.
Conclusión
Entonces,
los juegos tecnológicos y el uso de las nuevas tecnologías son buenos
en la medida que su uso sea moderado y controlado por mayores responsables y
con absoluto control de los tiempos destinados para ellos.
Negar
la existencia y el uso de éstos sería negar una realidad instalada en la
sociedad actual. Pero si bien son instrumentos eficaces en ciertos aprendizajes
y desarrollos cognitivos, también es cierto que vuelve a los niños demasiado
competitivos e individualistas, negándoles la posibilidad del compartir tiempos,
espacios, momentos.
Es
necesario que los niños no solo sean capaces de estar con una computadora, celular o una tablet, sino también que
puedan, tengan y sientan la necesidad de salir de esta “zona de confort” que implica el
uso de los juegos tecnológicos.
La importancia está en saber que hay un tiempo para todo, para jugar, para
socializar, para disfrutar, para compartir, para aprender. Compartir distintos puntos de vistas, aceptar la postura de otro, confrontar con sus deseos y opiniones, también ayuda a crecer.
Si
bien los juegos tecnológicos en esta era son mucho más atractivos y tienen cada
vez más publicidad; hay que considerar
que es necesario desarrollar otro tipo de habilidades que van a servir para luego
el aprendizaje personal, escolar, social y para la vida cotidiana.
Si
bien con los dos tipos de juego se aprende jugando, cabe reflexionar:
¿Qué
y cómo podemos hacer para que a los niños no solamente se sientan atraídos por
los juegos tecnológicos sino también por aquellos los juegos simbólicos,
clásicos, tradicionales y culturales que promueven y estimulan habilidades y competencias sociales?
No hay comentarios:
Publicar un comentario