El
juego es una actividad que siempre ha existido en la vida de los niños, ya que
forma parte de la vida de una persona; es importante para el aprendizaje y el desarrollo
integral de los mismos puesto que aprenden a conocer la vida jugando.
El
jugar es vital para el desarrollo en la infancia, ya que a través del juego se
ponen en práctica todas las habilidades que favorecen la maduración y el
aprendizaje, esto mismo les proporciona placer y satisfacción.
Los
juegos antes eran diferentes, por otra parte cambiaron muchas cosas a través de
las épocas, primeramente podíamos sacar juguetes al patio, llevarlos al parque,
salir a correr, jugar a la rayuela, jugar a las balitas, el ladrón y el
policía, la mancha y demás, a veces hacer las cosas sin supervisión de nuestros
padres, hermanos, abuelos, porque estábamos seguros de que retornaríamos a casa
completos y en perfecto estado, pero actualmente el salir a jugar solo sin
observación de un mayor se imposibilita a causa de la evolución de los tiempos
y se ha tornado algo peligroso, en fin, el día de hoy tenemos que salir con el
permiso y la vigilancia de un adulto.
Pero
no sólo es eso, también los chicos se volvieron más caprichosos en el sentido
de preferencia a la tecnología puesto que ahora los chicos prefieren estar en
sus casas en frente de una computadora, tablet, celular, televisor antes que
estar afuera jugando con otros chicos, disfrutar del aire libre, lastimarse,
ensuciarse la ropa, y demás, cosas que forman parte de la niñez de cada uno de
ellos. La imaginación de los niños se fue deteriorando por toda la tecnología
del hoy, que poco a poco debido a todos estos grandes cambios fueron quemando
etapas de su infancia.
Papás
y mamás, abuelos y abuelas, tíos, tías y adultos en general, somos quienes
debemos asumir con las nuevas generaciones la responsabilidad de transmitirles
el valor cultural de los juegos y juguetes tradicionales. Éstos pueden ser un
importante vehículo para preservar conocimientos significativos y construir
vínculos mediante actividades que nos permitan compartir y así estimular el
desarrollo integral de los niños y las niñas.
Por
si la memoria traiciona, aquí hay algunas pautas para ayudarnos a recordar:
La
Rayuela:
Se
traza en el suelo (de tierra, piedra o suelo artificial) un diagrama
constituido generalmente por una serie de rectángulos coronados por un
semicírculo. El número de casillas varía entre 6 y 16, las más populares están
constituidas por 9 u 11 compartimientos. Los jugadores, que pueden ser dos o
más, poseen tejos personales o colectivos, hechos de madera, piedra, hierro,
etc., que van arrojando a las sucesivas casillas de donde tendrán que ser
recogidos. El modo de hacerlo es el siguiente: el primer jugador arroja su tejo
al primer compartimiento, entra saltando en un pie y lo levanta, para luego
salir en la misma forma en que entró; lo mismo hace con las otras casillas,
hasta llegar a la última.
El
jugador pierde cuando asienta ambos pies en casillas donde ello no es
permitido, cuando pisa las líneas del diagrama, cuando al arrojar el tejo éste
queda sobre una raya o en una casilla distinta de la prefijada y cuando
equivoca el recorrido del diagrama.
Juegos
que no deberíamos dejarlo en el olvido.
La
escondida:
Uno
de los chicos ocupa la "piedra" (un punto ideal en la pared, sobre el
que debía apoyarse con un brazo flexionado y los ojos cerrados descansando
sobre éste, para no "espiar"), y allí realiza la "cuenta"
durante la cual el resto de los jugadores deberán buscar un escondite adecuado.
"Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... punto y
coma, el que no se escondió se embroma" así comienza la búsqueda. Cuando
encuentra a un niño ("¡Piedra libre para Carlitos que está detrás del
árbol!") se inicia entre ambos una carrera hasta la "piedra": si
el "descubierto" llega primero y grita "piedra libre",
queda, en efecto, "libre", y en caso contrario queda
"prisionero" del guardián de la "piedra".
Podría
ocurrir que en alguno de estos alejamientos exploratorios uno de los
"escondidos" saliera furtivamente de su lugar y tocando la pared
profiriese el grito liberador y solidario de "piedra libre para todos mis
compañeros", con lo que termina el juego y el guardián vuelve a
"contar".
La
mancha.
Básicamente,
el juego consiste en que uno de los jugadores debe atrapar a los demás, que
pueden usar el "gancho" para evitarlo, existen distintas variantes:
venenosa (los chicos debían apoyar la mano en la parte tocada), congelada (el
chico tocado debía permanecer en la posición en que se encontraba en el momento
de ser tocado) , agachada (si el chico se agachaba no podía ser tocado), pared
(si conseguía llegar hasta la pared no podía ser atrapado), televisor (se debe
mencionar un programa de televisor para tener impunidad).
Lobo
está:
Uno
de los jugadores asume el papel del "lobo" recluido en su cueva y
sostiene este diálogo con los miembros del coro, mientras se "viste"
cuidadosamente:
Coro:
Juguemos en el bosque
mientras
el lobo no está.
¿Lobo
está?
Lobo:
Me estoy poniendo los pantalones, etc.
Diálogo
que se rompía cuando el "lobo", revestido con todas sus prendas,
salía de su reducto e iniciaba la cacería de los "preguntones".
En
las tardes frías podemos explorar diferentes juegos de mesas como las loterías,
los juegos con cartas, juegos con palabras; que afianza el vínculo el dialogo
en familia.
Si
bien no se ha perdido estos juegos porque algunos niños conserva la inocencia
de ellos, deberíamos ponerlos más en práctica; esta tarea está en manos de los
adultos.
Autora: Sabina Gilardone
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