Sabemos que el juego
es una actividad que se realiza por lo general para divertirse, entretenerse, y
que ejercita alguna capacidad o destreza, puede ser una actividad física o
mental, o ambas. Hay millones de juegos, tantos que si empezáramos a nombrarlos
no terminaríamos jamás.
Sabemos también que
el juego comienza en la niñez, con aquellos juegos simbólicos donde
imaginábamos que éramos desde doctores hasta actores, y fue gracias a estos
juegos, que pudimos pasar a otros un poco más “complicados”, como la oca, las
cartas, los juegos en la clase de gimnasia.
Llegamos entonces a
una conclusión de que el juego es sumamente importante, no sólo por desarrollar
la capacidad imaginativa del niño, sino también por involucrar procesos
cognitivos y de desarrollo psicomotriz; con los juegos podemos aprender millones
de cosas, desde sumar hasta leer, y más allá de todo esto ¿podemos aprender a
manejar las emociones?, ¿podemos enseñarle a un niño cómo manejar las emociones?
Nos adentramos así en la interrogante principal de
este artículo. Conocemos los dibujitos animados que miran los niños, que suelen
enseñar conceptos como compartir, amar,
empatía, amistad, tranquilidad, pero ¿qué pasa con las demás emociones y
sentimientos?, ¿son malas y por eso no aparecen en los dibujos animados?
Primero diferenciemos emociones de sentimientos, las emociones tienen una reacción inmediata y pueden
ser placenteras o displacenteras, mientras que los
sentimientos son estados afectivos de baja intensidad, de larga duración. ¹
Bien, ya que tenemos claro esto, ¿existen juegos
que puedan ayudar a los niños con esto?, ¿pueden los niños aprender funciones
ejecutivas como la inhibición, autorregulación, etc.?
La respuesta claramente es sí, quizás surge
entonces otra pregunta: ¿para qué nos
sirve que el niño aprenda a manejar sus
emociones?; pues bien, según un estudio realizado por Álvaro Muchiut, la
emocionalidad negativa puede generar problemas de conducta en niños de tan sólo
5 años.
¿Cómo ayudamos para que esto no pase?
La respuesta a esta incógnita la resolvemos junto
al equipo CreSER. ¿Quiénes son? Son un equipo de trabajo que busca promover el
desarrollo de aptitudes emocionales y sociales, con el fin de favorecer el
desarrollo integral de niños y adolescentes.
¿Por quiénes
está compuesto este equipo?
Licenciada
en PsicopedagogíaBárbara Schmidt
Licenciada
en Psicología Jimena Saravia
CreSER ofrece una serie de programas, recursos y
herramientas atractivas para ser utilizadas en diferentes ámbitos: escolar,
clínico y familiar. Dichas herramientas ofrecen la posibilidad de reflexionar y
elaborar habilidades para desenvolverse con asertividad.
¿Cuáles son
estas herramientas y recursos?
Este mismo consiste en tirar el dado para avanzar
los casilleros, cada uno de estos representa una consigna diferente, estas
pueden ser: emociones básicas (alegría,
vergüenza, tristeza, miedo), o los casilleros de siento, actúo, pienso.
Si “caemos” en alguno de los casilleros de
emociones básicas, para avanzar debemos contar alguna experiencia que nos haya
sucedido en relación a dichas emociones.
En cambio, si el casillero que nos toca es siento, pienso o actúo, deberemos
levantar una carta y leer la consigna que nos toca (“Mi mamá se enoja cuando…”;
“Respira hondo como si tuvieras que calmar la ansiedad”; “Luisa vio a su mejor
amiga charlando con otra y pensó…”).
¿Qué otros
recursos encontramos?
Están las historias, protagonizadas por los Kukitos.
Estos cuentos trabajan las emociones a través de escenas de la vida cotidiana,
para que así los niños y niñas se sientan más identificados. Al final de cada
historia se encuentra una reflexión para involucrar aún más a los niños.
Los Kukitos son los protagonistas de cada cuento y
sirven como refuerzo de lo trabajado en cada historia. Gracias a los Kukitos
muchos chicos y chicas se “enganchan” y facilitan el vínculo con las historias.
La idea de todo este proyecto es que los niños
puedan acercarse a sus emociones, que entiendan qué sienten los demás y por
qué, y de a poco flexibilizar lo que les produce ansiedad, miedo, vergüenza,
etc. Que entiendan que todas las emociones son correctas, y que todas deben
experimentarse a pleno.
CreSER
ofrece también
manuales para poder trabajar y generar un
espacio de autoconocimiento y conocimiento de los demás, teniendo una mirada
preventiva, promotora del bienestar y de una mejor calidad de vida.
Está orientado a los profesionales que quieran
trabajar diferentes emociones con sus pacientes, brindándoles herramientas para
aprender a registrarlas y autogestionarlas. A su vez ofrece recursos para
involucrar a las familias e incentivar entre todas las habilidades adquiridas,
funcionando, así como nexo entre el espacio familiar y el terapéutico.
El manual aporta el sustento teórico en el cual se
basan los contenidos y ofrece varias actividades para reforzar el aprendizaje
de cada una de las emociones. Se acompaña de cuentos y Kukitos de la
colección Historias para
SER.
CreSER
tiene un blog, el cual tiene mucha más información
y donde se pueden adquirir sus productos.
La conclusión es que las emociones se pueden
aprender a través de juegos de la misma manera que aprendemos otras cosas.
Cuando hay emocionalidad positiva se generan
actitudes buenas, ya se comprender al otro a través de la empatía, o entender
que estar enojado no es algo malo si sabemos autorregular las emociones.
Me base en el equipo CreSER, ya que coincide con
lo que yo pienso: las emociones se pueden aprender, trabajar y enseñar. El
juego no se deja de lado, y el niño se sigue divirtiendo mientras aprende a
sentir, pensar y actuar.
Fuentes:
http://creseraprendiendo.com/
Autora: Regina Celli
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