Los fracasos y las frustraciones son algo normal en la vida de las personas. Es fundamental que durante su desarrollo los niños aprendan a superar estos aspectos de manera constructiva.
Son
muchas las situaciones que pueden hacer que en el niño aparezcan sentimientos
de frustración, atentando contra su paz interior y haciéndolo sentir un
malestar emocional difícil de controlar.
La
frustración es una vivencia emocional que se presenta cuando un deseo, un
proyecto, una ilusión o una necesidad no se llega a satisfacer o a cumplir.
Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite
que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones
que se les presentarán en la vida.
Para que el niño aprenda a manejar sus
sentimientos negativos de frustración dependerá de cómo los adultos de su
entorno las reciban, porque son ellos quienes le enseñaran a manejarlas.
Alfonso López, autor de la guía “Todos
podemos ser mejores padres” menciona en un post de la fundación Eroski Consumer
que no se le debes evitar la frustración al niño sino a resistirla. Para ello
ofrece cinco pasos:
- Dejar que se frustre: Para que aprenda a tolerar la frustración hay que permitirle llorar, patear, gritar… sin dar respuesta inmediata a sus exigencias. Así, el pequeño admitirá y entrará en razón que el mundo no gira a su alrededor, y le enseñarás a reconocer su origen y buscar la solución adecuada.
- Ayudarlo a encontrar soluciones: Cuando haga un berrinche porque no se hace lo que él desea, enseñarle que la rabia y el enojo no solucionan nada. Hay que orientarlo para que encuentre el camino y poder así, solucionarlo. Por ejemplo, si se frustra porque no logra encontrar las piezas exactas del rompecabezas, en vez de hacerlo uno, aclarar su enfado y decirle que la buscaran juntos.
- Fomentar la independencia: Estudios realizados por el Laboratorio de Psicología Experimental y Aplicada (PSEA), Instituto de Investigaciones Médicas (CONICET), Universidad de Buenos Aires, Argentina indican que este sentimiento aparece en los bebés tan solo cuatro horas después de nacer. Durante ese periodo de la infancia es muy normal que los padres de familia sean quienes den respuesta a esas necesidades. Pero, a medida que llegan a sus 2, 3, 4 años adquieren mayor capacidad de autonomía. Hay que favorecer su autonomía al proveerle herramientas para tolerar la frustración.
- Promover su autoestima: Si tu pequeño se siente capacitado para resolver los problemas y buscar soluciones adecuadas, le resultará más sencillo enfrentarlos. La colaboración debe ir directamente a reconocer sus cualidades y a valorar sus habilidades. Para fomentar su confianza impone tareas o actividades de acuerdo a su edad.
- Tenerle paciencia: Una de las técnicas más efectivas para calmar el estado de ánimo de los niños es el Frasco de la Calma. María Montessori, creadora de esta técnica, explica que con el uso de ella el niño centraliza su sistema nervioso porque cuando está estresado su ritmo cardíaco y respiración se aceleran.
“Concentrarse con la lenta caída de la
purpurina, generará un orden inconsciente que manda la señal al cerebro para
que disminuya su agitación. Pronto se creará una relación entre el patrón y la
calma”, asegura.
Razonar
con el niño sobre sus errores y fracasos, haciéndolo entender lo que ha pasado,
lo que ha salido mal, lo hará sentir tranquilo y ganará confianza porque sabrá
que hacer la próxima vez.
La
mejor forma de afrontar la situación es tomar la comprensión y el cariño como
estrategias. Hay que reconocer también, que habrá frustraciones que no se
podrán evitar por lo que como padres se deberá
contener y acompañar a la criatura en ese proceso de malestar interno,
apoyándolo y explicándole las cosas para que las entienda y vea desde otras
perspectivas.
Utilizar
técnicas de relajación y que el niño sepa por qué tiene ese sentimiento de
frustración y una vez que pueda identificarlo pueda canalizarlo mejor y a pedir
ayuda si es necesario. Sólo cuando se aprende a percibir las señales
emocionales, a categorizarlas y aceptarlas, es posible dirigirlas adecuadamente
sin dejarse arrastrar por ellas.
Puede hacer diferentes juegos en los que el niño aprenda de la
situación de una forma divertida:
- El juego de roles para resolver por sí mismo el problema que le aflige y elogiarlo siempre que utilice estrategias ante su frustración.
- El juego del espejo por ejemplo, en el que uno jugará a ser el “espejo” y el otro “el que se refleja”, imitando y dramatizando la emoción determinada.
- Reloj de emociones: Identificando qué emoción estoy experimentando en alguna situación.
- Jugar memorama de emociones: Al ganar un par con una emoción tendrá que hablar sobre ésta, representándola y experimentándola, utilizando su cuerpo.
- Una manera excelente de reflexionar conjuntamente es usando los cuentos como herramienta. Aprovechando las historias de los personajes como ejemplo.
Afrontar emociones
positivas como negativas, le permiten al niño tener más flexibilidad, manejo de
estrés y capacidad para soportar situaciones adversas sin sentirse desbordado.
Otra
forma de tratar de evitar el fracaso o la frustración es convertirla en
aprendizaje, que el niño lo conciba como una oportunidad para aprender y ser
creativo.
Enseñarle que en toda situación de fracaso puede haber algo
positivo puede parecer complicado, pero es fundamental.
Los niños y niñas deben aprender que
para conseguir ciertas cosas es necesario esforzarse. Así podrán ver que el
esfuerzo es una manera de solucionar sus fracasos. Es bueno hacer que el niño o
niña se esfuerce, pero su nivel de exigencia ha de ser razonable, si le ponemos
un nivel demasiado alto, no lo conseguirá y conseguiremos lo contrario, pensará
que esforzarse no sirve para nada. Con esto
le enseñamos también la importancia de la perseverancia, hay que esforzarse
poco a poco y no abandonar ante el primer fracaso o dificultad.
Autora: María Teresa Rafaghelli
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