domingo, 29 de octubre de 2017

El manejo de la frustración como juego.

Los fracasos y las frustraciones son algo normal en la vida de las personas. Es fundamental que durante su desarrollo los niños aprendan a superar estos aspectos de manera constructiva. 


Son muchas las situaciones que pueden hacer que en el niño aparezcan sentimientos de frustración, atentando contra su paz interior y haciéndolo sentir un malestar emocional difícil de controlar.
La frustración es una vivencia emocional que se presenta cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se llega a satisfacer o a cumplir.





Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.



Las frustraciones son necesarias en el desarrollo del niño pero siempre en pequeñas dosis, por lo que lo ideal sería encontrar el equilibrio entre que el niño tenga demasiadas o ninguna (a causa de la sobreprotección). Si los padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, estos no aprenderán a tolerar el malestar que provoca la frustración y a hacer frente a situaciones adversas. Es por esto que en la edad adulta, seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.
Para que el niño aprenda a manejar sus sentimientos negativos de frustración dependerá de cómo los adultos de su entorno las reciban, porque son ellos quienes le enseñaran a manejarlas.
Alfonso López, autor de la guía “Todos podemos ser mejores padres” menciona en un post de la fundación Eroski Consumer que no se le debes evitar la frustración al niño sino a resistirla. Para ello ofrece cinco pasos:

  • Dejar que se frustre: Para que aprenda a tolerar la frustración hay que permitirle llorar, patear, gritar… sin dar respuesta inmediata a sus exigencias. Así, el pequeño admitirá y entrará en razón que el mundo no gira a su alrededor, y le enseñarás a reconocer su origen y buscar la solución adecuada.
  • Ayudarlo a encontrar soluciones: Cuando haga un berrinche porque no se hace lo que él desea, enseñarle que la rabia y el enojo no solucionan nada. Hay que orientarlo para que encuentre el camino y poder así, solucionarlo. Por ejemplo, si se frustra porque no logra encontrar las piezas exactas del rompecabezas, en vez de hacerlo uno, aclarar su enfado y decirle que la buscaran juntos.
  • Fomentar la independencia: Estudios realizados por el Laboratorio de Psicología Experimental y Aplicada (PSEA), Instituto de Investigaciones Médicas (CONICET), Universidad de Buenos Aires, Argentina indican que este sentimiento aparece en los bebés tan solo cuatro horas después de nacer. Durante ese periodo de la infancia es muy normal que los padres de familia sean quienes den respuesta a esas necesidades. Pero, a medida que llegan a sus 2, 3, 4 años adquieren mayor capacidad de autonomía. Hay que favorecer su autonomía al proveerle herramientas para tolerar la frustración.
  • Promover su autoestima: Si tu pequeño se siente capacitado para resolver los problemas y buscar soluciones adecuadas, le resultará más sencillo enfrentarlos. La colaboración debe ir directamente a reconocer sus cualidades y a valorar sus habilidades. Para fomentar su confianza impone tareas o actividades de acuerdo a su edad.
  • Tenerle paciencia: Una de las técnicas más efectivas para calmar el estado de ánimo de los niños es el Frasco de la Calma. María Montessori, creadora de esta técnica, explica que con el uso de ella el niño centraliza su sistema nervioso porque cuando está estresado su ritmo cardíaco y respiración se aceleran.

“Concentrarse con la lenta caída de la purpurina, generará un orden inconsciente que manda la señal al cerebro para que disminuya su agitación. Pronto se creará una relación entre el patrón y la calma”, asegura.


Razonar con el niño sobre sus errores y fracasos, haciéndolo entender lo que ha pasado, lo que ha salido mal, lo hará sentir tranquilo y ganará confianza porque sabrá que hacer la próxima vez.
La mejor forma de afrontar la situación es tomar la comprensión y el cariño como estrategias. Hay que reconocer también, que habrá frustraciones que no se podrán evitar por lo que como padres se deberá  contener y  acompañar a la criatura en ese proceso de malestar interno, apoyándolo y explicándole las cosas para que las entienda y vea desde otras perspectivas.
Utilizar técnicas de relajación y que el niño sepa por qué tiene ese sentimiento de frustración y una vez que pueda identificarlo pueda canalizarlo mejor y a pedir ayuda si es necesario. Sólo cuando se aprende a percibir las señales emocionales, a categorizarlas y aceptarlas, es posible dirigirlas adecuadamente sin dejarse arrastrar por ellas.

Puede hacer diferentes juegos en los que el niño aprenda de la situación de una forma divertida:

  • El juego de roles para resolver por sí mismo el problema que le aflige y elogiarlo siempre que utilice estrategias ante su frustración.
  • El juego del espejo por ejemplo, en el que uno jugará a ser el “espejo” y el otro “el que se refleja”, imitando y dramatizando la emoción determinada.
  • Reloj de emociones: Identificando qué emoción estoy experimentando en alguna situación.
  • Jugar memorama de emociones: Al ganar un par con una emoción tendrá que hablar sobre ésta, representándola y experimentándola, utilizando su cuerpo.
  • Una manera excelente de reflexionar conjuntamente es usando los cuentos como herramienta. Aprovechando las historias de los personajes como ejemplo.

Otro puede ser el de realizar máscaras con diferentes emociones, para trabajarlas y comprenderlas.Con el tiempo el niño aprende a regular sus emociones. Sucesivamente adquiere la habilidad para internalizar la capacidad de alivio, asume y maneja mecanismos para controlarse, que le van permitiendo la capacidad de espera, de postergar la satisfacción y de pedir apoyo cuando lo necesite, hasta lograr una sensación de interdependencia segura, lo que va haciendo que él mismo se regule.


Afrontar emociones positivas como negativas, le permiten al niño tener más flexibilidad, manejo de estrés y capacidad para soportar situaciones adversas sin sentirse desbordado.



Otra forma de tratar de evitar el fracaso o la frustración es convertirla en aprendizaje, que el niño lo conciba como una oportunidad para aprender y ser creativo. Enseñarle que en toda situación de fracaso puede haber algo positivo puede parecer complicado, pero es fundamental.
Los niños y niñas deben aprender que para conseguir ciertas cosas es necesario esforzarse. Así podrán ver que el esfuerzo es una manera de solucionar sus fracasos. Es bueno hacer que el niño o niña se esfuerce, pero su nivel de exigencia ha de ser razonable, si le ponemos un nivel demasiado alto, no lo conseguirá y conseguiremos lo contrario, pensará que esforzarse no sirve para nada.  Con esto le enseñamos también la importancia de la perseverancia, hay que esforzarse poco a poco y no abandonar ante el primer fracaso o dificultad.

Autora: María Teresa Rafaghelli

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