lunes, 30 de octubre de 2017

Inside out



Sabemos que el juego es una actividad que se realiza por lo general para divertirse, entretenerse, y que ejercita alguna capacidad o destreza, puede ser una actividad física o mental, o ambas. Hay millones de juegos, tantos que si empezáramos a nombrarlos no terminaríamos jamás.
Sabemos también que el juego comienza en la niñez, con aquellos juegos simbólicos donde imaginábamos que éramos desde doctores hasta actores, y fue gracias a estos juegos, que pudimos pasar a otros un poco más “complicados”, como la oca, las cartas, los juegos en la clase de gimnasia.
Llegamos entonces a una conclusión de que el juego es sumamente importante, no sólo por desarrollar la capacidad imaginativa del niño, sino también por involucrar procesos cognitivos y de desarrollo psicomotriz; con los juegos podemos aprender millones de cosas, desde sumar hasta leer, y más allá de todo esto ¿podemos aprender a manejar las emociones?, ¿podemos enseñarle a un niño cómo manejar las emociones?
Nos adentramos así en la interrogante principal de este artículo. Conocemos los dibujitos animados que miran los niños, que suelen enseñar conceptos como compartir, amar, empatía, amistad, tranquilidad, pero ¿qué pasa con las demás emociones y sentimientos?, ¿son malas y por eso no aparecen en los dibujos animados?
Primero diferenciemos emociones de sentimientos, las emociones tienen una reacción inmediata y pueden ser placenteras o displacenteras, mientras que los sentimientos son estados afectivos de baja intensidad, de larga duración. ¹
Bien, ya que tenemos claro esto, ¿existen juegos que puedan ayudar a los niños con esto?, ¿pueden los niños aprender funciones ejecutivas como la inhibición, autorregulación, etc.?
La respuesta claramente es sí, quizás surge entonces otra pregunta: ¿para qué nos sirve que el niño aprenda a manejar sus emociones?; pues bien, según un estudio realizado por Álvaro Muchiut, la emocionalidad negativa puede generar problemas de conducta en niños de tan sólo 5 años.
¿Cómo ayudamos para que esto no pase?
La respuesta a esta incógnita la resolvemos junto al equipo CreSER. ¿Quiénes son? Son un equipo de trabajo que busca promover el desarrollo de aptitudes emocionales y sociales, con el fin de favorecer el desarrollo integral de niños y adolescentes.
¿Por quiénes está compuesto este equipo?
Licenciada en PsicopedagogíaBárbara Schmidt
Licenciada en Psicología Jimena Saravia

CreSER ofrece una serie de programas, recursos y herramientas atractivas para ser utilizadas en diferentes ámbitos: escolar, clínico y familiar. Dichas herramientas ofrecen la posibilidad de reflexionar y elaborar habilidades para desenvolverse con asertividad.
¿Cuáles son estas herramientas y recursos?
Uno de ellos es el juego de mesa “Espacio de emociones”
Este mismo consiste en tirar el dado para avanzar los casilleros, cada uno de estos representa una consigna diferente, estas pueden ser: emociones básicas (alegría, vergüenza, tristeza, miedo), o los casilleros de siento, actúo, pienso.
Si “caemos” en alguno de los casilleros de emociones básicas, para avanzar debemos contar alguna experiencia que nos haya sucedido en relación a dichas emociones.
En cambio, si el casillero que nos toca es siento, pienso o actúo, deberemos levantar una carta y leer la consigna que nos toca (“Mi mamá se enoja cuando…”; “Respira hondo como si tuvieras que calmar la ansiedad”; “Luisa vio a su mejor amiga charlando con otra y pensó…”).

¿Qué otros recursos encontramos?
Están las historias, protagonizadas por los Kukitos. Estos cuentos trabajan las emociones a través de escenas de la vida cotidiana, para que así los niños y niñas se sientan más identificados. Al final de cada historia se encuentra una reflexión para involucrar aún más a los niños.
Los Kukitos son los protagonistas de cada cuento y sirven como refuerzo de lo trabajado en cada historia. Gracias a los Kukitos muchos chicos y chicas se “enganchan” y facilitan el vínculo con las historias.
La idea de todo este proyecto es que los niños puedan acercarse a sus emociones, que entiendan qué sienten los demás y por qué, y de a poco flexibilizar lo que les produce ansiedad, miedo, vergüenza, etc. Que entiendan que todas las emociones son correctas, y que todas deben experimentarse a pleno.
CreSER ofrece también manuales para poder trabajar y generar un espacio de autoconocimiento y conocimiento de los demás, teniendo una mirada preventiva, promotora del bienestar y de una mejor calidad de vida.
Está orientado a los profesionales que quieran trabajar diferentes emociones con sus pacientes, brindándoles herramientas para aprender a registrarlas y autogestionarlas. A su vez ofrece recursos para involucrar a las familias e incentivar entre todas las habilidades adquiridas, funcionando, así como nexo entre el espacio familiar y el terapéutico.
El manual aporta el sustento teórico en el cual se basan los contenidos y ofrece varias actividades para reforzar el aprendizaje de cada una de las emociones. Se acompaña de cuentos y Kukitos de la colección Historias para SER.

CreSER tiene un blog, el cual tiene mucha más información y donde se pueden adquirir sus productos.

La conclusión es que las emociones se pueden aprender a través de juegos de la misma manera que aprendemos otras cosas.
Cuando hay emocionalidad positiva se generan actitudes buenas, ya se comprender al otro a través de la empatía, o entender que estar enojado no es algo malo si sabemos autorregular las emociones.
Me base en el equipo CreSER, ya que coincide con lo que yo pienso: las emociones se pueden aprender, trabajar y enseñar. El juego no se deja de lado, y el niño se sigue divirtiendo mientras aprende a sentir, pensar y actuar.




Fuentes:
                   http://creseraprendiendo.com/

Autora: Regina Celli


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