miércoles, 21 de septiembre de 2016

TECNOLOGIA VS. JUEGO por Luisina Ortiz

Introducción
Decir juego es decir niño, infancia, recreación, alegría, desarrollo de la capacidad de imaginar. En tiempos donde la tecnología ha invadido los espacios de la infancia destinados a la actividad lúdica, cabe preguntarnos si la computadora, los celulares, la Play Station pueden reemplazar aquellos juegos a los que tradicionalmente estábamos acostumbrados y que han sido símbolos del desarrollo cognitivo y social de los niños.

Desarrollo
Es indudable que los avances tecnológicos han generado una revolución social y que impactan directamente en las familias y en los niños. No se quiere decir con esto que las tecnologías sean malas compañías ni que dificulten los aprendizajes, muy por el contrario, su uso adecuado conlleva una serie de destrezas y habilidades que los niños son capaces de desarrollar a ritmos agigantados y con excelentes resultados.
Pero, así como todo lo nuevo no es lo mejor, tampoco todo lo anterior fue lo peor.
Según Piaget  el pensamiento egocéntrico puro se presenta en esa especie de juego que cabe llamar “juego simbólico”.
Haciendo uso de la representación adquirida entre los dos y los siete años, el niño transforma la realidad en un juego  “como si”, proyectando sus deseos y necesidades sobre los objetos para que cumplan los propósitos y funciones que el niño requiere.
A través de este juego simbólico va adquiriendo imágenes acerca de la realidad y ensaya  futuras conductas y comportamientos. Más tarde vendrán los juegos en grupo, con reglas y normas que lo llevarán a desarrollar actitudes competitivas pero en función del otro.
Por lo antes expuesto, los juegos tecnológicos limitan estos comportamientos sociales y los envuelven cada vez más en el placer individual y en una competencia del yo contra yo.
No menos importante es la consideración de los juegos al aire libre, en compañía de pares y adultos mayores, generando esparcimiento y vínculos afectivos. El juego influye directamente sobre la inteligencia emocional de los niños, controlando sus emociones y reconociendo las emociones del otro.
Y así, podrían mencionarse cantidad de efectos satisfactorios que resultan del juego: creatividad, comunicación, alegría, satisfacción, respeto,  hábitos, empatía, aprendizajes,etc.
 Conclusión
Entonces,  los juegos tecnológicos  y el uso de las nuevas tecnologías son buenos en la medida que su uso sea moderado y controlado por mayores responsables y con absoluto control de los tiempos destinados para ellos.
Negar la existencia y el uso de éstos sería negar una realidad instalada en la sociedad actual. Pero si bien son instrumentos eficaces en ciertos aprendizajes y desarrollos cognitivos, también es cierto que vuelve a los niños demasiado competitivos e individualistas, negándoles la posibilidad del compartir tiempos, espacios, momentos.
Es necesario que los niños no solo sean capaces de estar con una computadora, celular o una tablet, sino también que puedan, tengan y sientan la necesidad de  salir de esta “zona de confort” que implica el uso de los juegos tecnológicos.
 La importancia está en saber que hay  un tiempo para todo, para jugar, para socializar, para disfrutar, para compartir, para aprender. Compartir distintos puntos de vistas, aceptar la postura de otro, confrontar con sus deseos y opiniones, también ayuda a crecer.
Si bien los juegos tecnológicos en esta era son mucho más atractivos y tienen cada vez más publicidad; hay que considerar que es necesario desarrollar otro tipo de habilidades que van a servir para luego el aprendizaje personal, escolar, social y para la vida cotidiana.
Si bien con los dos tipos de juego se aprende jugando, cabe  reflexionar:

¿Qué y cómo podemos hacer para que a los niños no solamente se sientan atraídos por los juegos tecnológicos sino también por aquellos los juegos simbólicos, clásicos, tradicionales y culturales que promueven y estimulan habilidades y competencias sociales?

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