viernes, 3 de noviembre de 2017

¿QUÉ BENEFICIOS TIENEN LOS JUEGOS TRADICIONALES?

El juego es una actividad que se realiza generalmente para divertirse o entretenerse.
Aunque es posible que el mismo no parezca satisfacer ningún propósito en concreto, tiene importantes funciones evolutivas presentes y a largo plazo porque es importante para el desarrollo sano  del cuerpo y cerebro. Permite que los niños participen en el mundo que los rodea, usar su imaginación, descubrir maneras flexibles de utilizar los objetos y resolver problemas, además de prepararlos para los roles adultos.
El juego contribuye en todos los dominios del desarrollo. Por medio de esta actividad, los niños estimulan los sentidos, ejercitan sus músculos, coordinan vista con movimiento, ganan dominio de sus cuerpos, toman decisiones y adquieren nuevas habilidades. En síntesis, el juego es muy importante para el desarrollo del niño.
Entonces… ¿Qué beneficios tenían los juegos de antes?
En épocas anteriores jugábamos a “la rayuela”, “al gato de las 7 vidas”, a simular que  éramos “mamá” y nuestro bebote preferido, el bebé, o los nenes simulaban ser “constructores”; juegos que a pesar de ser “sencillos” eran prácticos, divertidísimos, la imaginación volaba y lo único que requerían era nuestro constante movimiento físico y la socialización permanente. Esta socialización beneficiaba  a los niños ya que, al simular juntos, ellos desarrollaban de manera conjunta sus habilidades de resolución de problemas y búsqueda de metas; adquirían comprensión de las perspectivas ajenas y construían una imagen del mundo social.
Para jugar a los juegos nombrados anteriormente, debíamos seguir una serie de reglas, por ejemplo en el caso de “la rayuela”, debíamos dibujar en el suelo, con una tiza, el diagrama para jugar al mismo, el cual estaba compuesto por cuadrados enumerados del 1 al 10, el niño para comenzar a jugar debía situarse detrás del primer número, con la piedra en la mano, y lanzarla. El cuadrado en el que caía se denominaba “casa” y no se podía pisar. Luego el niño comenzaba a saltar cada cuadrado con un solo pie o con los dos si se trataba del cuadrado doble, si el niño perdía el equilibrio, o la piedra al lanzarla salía del cuadrado, perdía el turno y pasaba el otro jugador. Este juego reglado tan simple, contenía muchos beneficios, como por ejemplo, les enseñaba a los niños y a niñas a ganar y perder, a respetar turnos y normas y a considerar las opiniones o acciones de los compañeros de juego, además eran fundamentales en el aprendizaje de distintos tipos de conocimientos y habilidades, y favorecían el desarrollo del lenguaje, memoria,   razonamiento, la atención y la reflexión.
Otro beneficio destacable que tenía este juego tan tradicional y divertido para muchos de nosotros, era el aumento de las capacidades físicas y motrices de todos los niños que lo practicaban. Además de la mejora física que les otorgaba, producían un desarrollo del sistema locomotriz que permitía afinar la sincronización de sus movimientos, ayudándolos a mejorar la vista, la puntería, la capacidad de realizar movimientos rápidos y precisos.
Este juego o “el gato de las 7 vidas”, requerían estar en contacto con la calle o la naturaleza, lo que permitía al niño interactuar con el entorno que les rodeaba. Este no era el único beneficio, ya que también, prevenía la obesidad infantil, lo que hoy en día es muy frecuente ya que los niños pasan mucho tiempo frente al televisor, computadora y otros aparatos similares, además favorecían su imaginación y desarrollaban su creatividad.
Como dijimos anteriormente, estos juegos requerían de una sociabilización del niño con sus compañeros o adultos. Al ser así, aportaban al desarrollo social del niño ya que cuando algún compañero participaba en su actividad, era la ocasión de él, de compartir, de tener en cuenta a los otros, de comunicarse. Le permitía, en definitiva, relacionarse con otros. El juego con sus compañeritos y con los adultos era un potente instrumento que facilitaba su desarrollo social, es decir, que aprendían los rudimentos de la reciprocidad (dar y recibir) y de la empatía.
Por otro lado, cuando jugábamos a simular ser “mamá” o los niños a ser “constructores”, nosotros mismo decidíamos la historia de los personajes de nuestro juego: lo que ellos hacían, durante cuánto tiempo, de qué manera, quien estaba implicado. Además, le prestábamos nuestras emociones y nuestros sentimientos, por ejemplo, en el momento en que jugábamos a ser mamá y el hijo era nuestro bebote preferido, lo cuidábamos como si fuera real, proyectando nuestra vida de madre futura. Estos juegos de representación de escenas de la vida cotidiana, de reproducción de  cuentos y situaciones imaginarias implicaban la reconstrucción y puesta en acto de los conocimientos que lo niños ya tenían. Cuando realizábamos este tipo de juegos, nosotros hablábamos empleando el tono adecuado a los papeles que simulábamos; no todas podíamos ser mamá, por lo tanto las otras compañeritas cumplían el papel de hija, el cual requería que la voz de este personaje sea finita, este es un claro ejemplo de lo anteriormente dicho. En este sentido, cuando jugábamos simbólicamente nosotros deformábamos nuestra realidad, adaptándola a nuestros deseos.
Lamentablemente, estas formas, estos modos tan divertidos y además muy beneficiosos de jugar se extinguieron. Ocasionalmente, vemos a niños en las veredas o en las calles realizar dichos juegos, de igual modo algunos lo siguen haciendo. Lo que pudo conllevar a esto, puede ser el peligro que habita en las calles o las innovaciones tecnológicas, las cuales desconectan a los niños de su mundo exterior encerrándolos cada vez más en sí mismo.

Para cerrar, no está demás aclarar, que debemos incentivar a los niños a dejar de lado esas tecnologías que ocupan la mayoría del tiempo de sus vidas, las cuales, también, les impide la comunicación entre ellos, su creatividad e imaginación. Si bien, dichas tecnologías nos son útiles para diversas cosas, podemos ver también que están reemplazando las actividades humanas. Nosotros somos los responsables de decir basta y volver a esos juegos tan provechosos.

Bibliografía


·         Papalia, D.E- Old, S.W & Feldman, R.D. Psicología del desarrollo de la infancia a la adolescencia. (11a.ed). Mc Graw Hill.


Autora: Luisina Agustini

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